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domingo, 29 de mayo de 2011
COMO DESAPARECER POR COMPLETO
COMO DESAPARECER POR COMPLETO
Javier Maratea 05-2011
Video / duración: 1.18min.
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Javier Maratea
viernes, 27 de mayo de 2011
Crónica de una desconciencia.
Del lado izquierdo del sillón, del lado de la ventana, le
lado del balcón francés. Sé que miraba el tele, nose bien que. Me imagino que a
las putas de siempre. Rebalsado de alimentos ingeridos con las venas gordas de
sal y azúcar, con la cabeza volada de patos y la vejiga llena me levanto y
camino los contados, los suficientes pasos, ni uno de mas ni uno de menos que
me llevan de cara a la pared revestida en cerámicos. Es la pared que divide el
baño, del cuarto de huéspedes de mis anfitriones. Mililitros después me
encuentro ante una sensación conocida, el sudor frio que de cada poro deja
salir el alma en forma de gas refrigerante que se congela al primer contacto
con el aire, que pasa de líquido a gaseoso cediendo energía en forma de calor y
baja su temperatura a niveles poco frecuentes. Aparecen ni lerdas ni perezosas
las súbitas ganas de deshacerme de lo que ocupa mi organismo y me enfrento a
una decisión de importancia y urgencia hasta el momento desconocida o al menos
desvalorada. Elijo cortar con la actividad que me trajo espacialmente a la
locación de la escena que transito para sentarme en el piso, bajar mi centro de
gravedad y acercar mis extremidades al torso equipado de un corazón en este
momento por demás débil. Todo esto lo
pienso erguido sobre un par de piernas que dejan de ser las portadoras de mis músculos
mas tonificados para convertirse en desclorofiladas hojas otoñales temblando al
ritmo de mis bajas pulsaciones y en ese instante al son de las onomatopeyas que
emite mi boca abro los ojos en un paisaje desconocido, no tan desconocido como
incorrecto. Abrumado por la extrañeza del retorno de conciencia en posición
horizontal con mi tercio superior envuelto en una cortina algo húmeda y
ocupando parte del receptáculo conocido como bañera o bañadera, intento
entender porque además de la escena recién descripta, mi pie izquierdo se
encuentra casi sumergido en un artefacto con sifón que evita la salida de
olores al ambiente y más importante aún, un dolor agudo, un dolor agudo
puntiagudo que desde hace instantes nomas caracteriza a todo elemento o
superficie corporal que abarca desde mi línea pectoral al cenit de mi cráneo.
Aullando de la risa escucho a tres de mis íntimos acercarse y preguntarse por
lo fuera de común de la escena que les ofrezco. Unos minutos en el piso, un
vaso de agua, unas palabras de solidaridad, un rato en el sillón, unos doce
pisos en el ascensor descendente y unos kilómetros en auto con buena compañía
después, me voy a dormir, mi dolor de cabeza y yo.
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- 7. TEXTO,
Javier Maratea
viernes, 20 de mayo de 2011
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